Hemos vivido demasiado intensamente.

Somos viejos atrapados en el cuerpo de jóvenes
con almas llenas de cicatrices y arrugas,
cada una de ellas trazada por todos los viajes donde nuestra realidad se desgarró hecha jirones.

Con la mirada atónita
seniles y babeantes
estancados en las aguas pútridas
de unas cuencas oculares que no se derraman.

Espiritus agonizantes y decrépitos
que claman por huir de un cuerpo que se aferra a la existencia.

.

Hay calaveras llenas de sustancias circunvolubles viscosas
calaveras cubiertas de piel y pelo
e ideas desnudas que cuelgan como témpanos helados.

Hay bocas flotando en saliva,
de dientes alicatados
con lenguas chasqueantes
que lamen la carne y remueven las palabras.



Hay cuencas llenas de ojos
y miradas vacías.